En la segunda mitad del siglo XIX, la alta incidencia del analfabetismo entre la población artesana y obrera generó la puesta en marcha de numerosas iniciativas para la formación de adultos (entendiéndose como tales alumnos de entre once y dieciséis años) que nunca había cursado estudios o los habían abandonado a los nueve o diez años, y que permitían compaginar trabajo y estudio.
[1] Una de estas iniciativas fue la creación en España de las Escuelas Dominicales, siguiendo como modelo las promovidas por el periodista inglés Robert Raikes en el siglo XVIII.
[2] La primera fundada fue la Escuela Dominical de Madrid, que sirvió de modelo a las que surgirían posteriormente.
Se trataba de establecimientos educativos orientados fundamentalmente a la formación de mujeres dedicadas al servicio doméstico que no habían podido completar sus estudios elementales.
Su implantación, importante en 1868, adquirió un relevante impulso en el Sexenio Revolucionario (1868-1874).