Los antecedentes más inmediatos a la Real Armería se suceden cuando el rey Carlos I comenzó a recoger las armas familiares, aunque no fue hasta el reinado de su hijo Felipe II cuando se concibió el proyecto de la Real Armería, mandando construir el edificio al arquitecto Gaspar de la Vega.[1] El proyecto fue continuado por los reyes sucesores, destacando las ampliaciones realizadas por Carlos III, que adquirió la colección de Jaime Masones y mandó instalar en la armería todas las armas y objetos militares repartidos por las dependencias del Real Patrimonio, y por Carlos IV, quien encargó diversidad de piezas a los armeros de la época para incluirlas en la colección.En julio de 1884 sufrió un incendió justo el día anterior al que estaba previsto que se abriera como museo.La colección reúne las armas personales de los reyes de España, y además alberga trofeos militares y presentes diplomáticos, que se mezclan entre tapices, cuadros y otras obras de arte.Dentro de las piezas más destacables de la colección destaca la armadura y aperos completos que el emperador Carlos V empleó en la batalla de Mühlberg, y con los cuales fue retratado por Tiziano en el conocido retrato ecuestre custodiado en el Museo del Prado.