El nombre del río, documentado por primera vez en textos árabes, aludiría en latín a la presencia en el mismo de barbos, o bien de barbas referidas metafóricamente a la vegetación.
Dado que el río, que tiene una longitud superior a los 80 km, posee en sus tramos medio y bajo un desnivel muy poco acentuado, es numeroso en meandros y tortuosos recorridos.
Otros de sus afluentes son el Rocinejo, el río Celemín, el Álamo y el Fraja.
[3] Debido a la actuación de los estamentos públicos, se ha recuperado el ibis eremita en la zona, que no anidaba desde hace 500 años.
[4] Además, es el único río de la península ibérica donde puede encontrarse la náyade jorobada.