Sin embargo, nada más llegar a Almanzora, empiezan a notar que todo es muy extraño en el lugar: todo parece abandonado, solamente se ven niños, y no hay ni rastro de los adultos.
La pareja descansa de su viaje a la isla en un bar, y allí se encuentran todo como si la gente se hubiera marchado a toda prisa, dejándose incluso unos pollos dentro del horno, ya carbonizados.
Tras comer, los esposos van en busca del hotel, donde tampoco encuentran ninguna persona mayor de edad.
Evelyn, asomada a la puerta del hotel, ve por fin a un anciano que parece que juega al escondite con una niña; pero, aterrada, ve cómo la niña le quita el bastón y le golpea con él en la cabeza, hasta matarlo.
Él les cuenta que, unos días antes, todos los niños habían contraído una especie de locura colectiva, y habían comenzado a asesinar a todos los adultos del pueblo; estos, por su parte, se vieron incapaces de hacer nada, ya que, como bien dice el pescador: "¿quién puede matar a un niño?
Tom le dispara de mala gana a un chico con un arma, cuando se ven acorralados en una habitación.
Cuando se vuelven, comprueban estupefactos que los niños, que repentinamente ya no lloran y se muestran del todo tranquilos, han abordado el bote patrullero y están descargando su inventario de armas pequeñas.
La película termina con un pequeño grupo de niños que se prepara para dirigirse a la España continental en una lancha a motor, teniendo el cuidado de ir en número escaso para no levantar sospechas.