Son bioluminiscentes: son un ejemplo de crioluminescencia, es decir, producen luz sin emitir para ello calor extra,[1][2] al igual que las luciérnagas, si bien no están emparentados con estas.Se conocen como tucu-tucus, cocuyos (Cuba, República Dominicana y Argentina), mua-mua (en Paraguay)[3] cucuyos, cucullos, luciérnagas y tucos[4] (Argentina), curucusí (Bolivia), tuquito, cucubanos (Puerto Rico),[5] cucayos, taca-taca, achon, carbuncos o carbunclos (en Costa Rica y Honduras),[2] caminito, tagüinches o alúas, mientras en algunas partes del norte de México son conocidos también como copechis o Santa Martha y güimba en la costa pacífica nariñense en Colombia.Además poseen un tercer órgano aún más luminoso en la parte dorsal del abdomen que sólo es visible al volar.Sus huevos emiten una luz verdosa incandescente para prevenir el ataque de los depredadores al igual que los humanos en la prehistoria con el descubrimiento del fuego.[1] Los adultos se alimentan de polen y pequeños insectos como áfidos.