[1] Se componía de dos torreones separados entre sí por una cortina o muro, el cual, terminado por ménsulas y almenas sostenidas por arquitos de medio punto, abría el ancho y único arco gótico, que constituía la puerta.
Los torreones, de base cuadrada, estaban coronados en sus cuatro frentes de ménsulas y almenas.
Cada torreón tenía practicadas en sus dos caras principales, y a diferente altura, dos angostas ventanas.
Arrancaba el arco sobre impostas entalladas de follaje y en sus enjutas había medallones por ambos haces con un león y un castillo en el centro.
La altura ascendía a once metros, contados hasta las cúspides de las pirámides en que terminaban las almenas.