Cuenta con una larga historia que incluye un derrumbe casi total, en 1983, y su posterior restauración luego de veinte años.
El puente colgante fue el único paso vehicular hacia el este hasta la construcción del Viaducto Oroño, comenzado en 1968 y concluido en 1971.
Este puente duró tres años, ya que el río y los camalotes lo derrumbaron.
Su presupuesto estuvo entre 560 000 y 650 000 pesos, pero no pudo concretarse, pues los precios del metal subieron mucho durante la Primera Guerra Mundial.
[10] Había una presión ciudadana importante para que se garantizará agua potable a toda la ciudad.
Además, la laguna impedía la expansión de la ciudad hacía el lado este, al cual se podía cruzar solo en embarcaciones o ferrocarril.
La propuesta del puente colgante estuvo a cargo del ingeniero Antonio Paitoví, quien tuvo como idea un puente colgante de estructura semirrígida de tres tramos, hecha completamente en hierro y manteniendo suspendida una carpeta asfáltica para el tránsito vehicular.
[14] El diario santafesino El Litoral publicó ese día, retrasando la salida por tal acontecimiento, “Un adiós que quiere ser hasta luego”.
[14] el material rescatado se llevó al puerto de la ciudad, donde quedó en custodia del gobierno provincial.
[16] La reconstrucción del puente era muy deseada por la mayoría de los santafesinos, ya que éste siempre había sido un orgullo para la ciudad.
El puente, una vez reconstruido, preservó los elementos originales, integrándolos a los nuevos y contrastándolos, sin romper la unidad visual de la obra.