[1][2] En general son considerados como productos fraudulentos,[3][4][5] ya que se venden y publicitan como medicamentos cuando legalmente no tienen dicho reconocimiento.Para sortear su falta de reconocimiento como fármacos, sus fabricantes alegan que son productos nutricionales con propiedades saludables para intentar venderlos como "productos alimenticios" o "complementos dietéticos", pero su etiquetado suele resultar engañoso o poco comprensible para el consumidor.Mientras que la población incrementa su interés e implicación en los distintos aspectos de la propia salud, se ha hecho más vulnerable al acceder a información pseudocientífica en cantidad creciente y que es presentada utilizando elaborados y complejos procedimientos de marketing.Actualmente algunas empresas privadas venden pruebas genéticas directamente a los consumidores (Direct-to-consumer genetic testing), sin control médico.[45][46] La publicidad de estos productos utiliza un lenguaje calculadamente ambiguo, y ofrece datos confusos sustentando sus supuestas propiedades en "estudios científicos" realizados en universidades lejanas o desconocidas, avalados por supuestos médicos o científicos famosos, y haciendo referencia a estudios que no demuestran sus afirmaciones.