Este principio fue formulado por el físico Max Planck en 1950:[2] La opinión de Planck ha sido utilizada por Thomas Kuhn, Paul Feyerabend y otros para argumentar que las revoluciones científicas no son racionales, frente a la postura que afirma que éstas se extienden por "la mera fuerza de la verdad y los hechos".
[3][4][5][6] Las revoluciones entendidas a través de este principio han sido descritas como evoluciones conceptuales darwinianas más que lamarckianas.
[7] Se ha criticado empíricamente si la edad influye en la disposición para aceptar nuevas ideas.
[8] Del mismo modo, fue un factor débil en la aceptación de la cliometría.
[9] La recepción de la tectónica de placas (continentales y posterior) fue realizada primero por los científicos más ancianos antes que por los científicos más jóvenes.