De acuerdo a sus artículos de fe, la Iglesia afirma mantener "la misma organización que existió en la Iglesia Primitiva, esto es, apóstoles, profetas, pastores, maestros, evangelistas, etc."[1] Conforme a ello, los integrantes de la Primera Presidencia son considerados profetas, videntes y reveladores, apóstoles para la Iglesia.
[2] En 1841, Joseph Smith, quien ya era considerado por su iglesia un profeta, llamó como sus consejeros a Sidney Rigdon y William Law «para que constituyan un quórum y Primera Presidencia, a fin de recibir los oráculos para toda la iglesia».
[3] Es la creencia en esta Iglesia que esas maniobras administrativas fueron inspiradas por Jesucristo por medio de revelación y que a la Primera Presidencia se le "ha dado el poder de este sacerdocio, para los últimos días y por última vez, en los cuales se encierra la dispensación del cumplimiento de los tiempos.
En adición, también se instruyó a los miembros de la Iglesia que todo hombre y toda mujer tiene el derecho y deber de preguntar a Dios por sí misma, mediante la oración, si tales líderes están siendo dirigidos por Él, con la promesa de que, si son sinceros, recibirán una confirmación espiritual.
Brigham Young, profeta sucesor de Joseph Smith, expresando su preocupación por aquellos que por pereza espiritual son sólo "seguidores" dijo: "Me preocupa que esta gente confíe tanto en sus líderes y que no trate de preguntar a Dios por sí misma si tales líderes están siendo dirigidos por Él.