Portada del Torreón del Archivo General Central del Reino

Se engrandeció en el siglo XVI, especialmente durante las prelaturas del arzobispo Alonso de Fonseca y Ulloa y del cardenal Juan Pardo de Tavera.[2]​ La parte alta del mencionado torreón quedó adjudicada a las habitaciones del capellán de las monjas, cuando la mitra de Toledo cedió al Estado, en usufructo, el palacio arzobispal, para instalar en él dicho Archivo.Con el objetivo de obtener fondos para reparar su edificio, estando convenida la venta en 10.000 pesetas.Luis María Cabello Lapiedra se dirigió a la Dirección General de Bellas Artes, exponiendo la situación para evitar el posible expolio.[3]​ Durante la Guerra Civil Española el Archivo fue ocupado como cuartel militar, hasta que gran parte del edificio se destruyó, en un incendio, el 11 de agosto de 1939.