[3] La explotación comenzó en 1730, cuando se concedió la concesión minera a un rico armador de Saint-Malo.
La Revolución puso fin a ese gran período industrial.
Sin embargo, poco después el emprendimiento fue a la quiebra, que reveló un enorme fraude.
Entre los vestigios de la mina que aún no han sido borrados, el más visible es el imponente edificio de oficinas.
Construido a principios de la década de 1890, catalogado como monumento histórico en 1985, se ha convertido poco a poco en uno de los edificios emblemáticos del pasado minero bretón.