Algunos de ellos, integrados en una comunidad mayor, como los mercaderes que se asentaron allí, especialmente griegos y armenios.
Desde la Edad Media, la cultura polaca, influenciada por el oeste, irradiaba hacia el este, empezando un largo y complejo procesos de asimilación cultural.
Incrementó los privilegios de todos los nobles rutenos, independientemente de su religión, y en 1443 firmó una bula que ponía al mismo nivel a la Iglesia ortodoxa y a la Iglesia católica, suavizando sus relaciones con el clero ortodoxo.
Algunos magnates rutenos como Sanguszko, Wiśniowiecki y Kisiel, resistieron la polonización cultural durante varias generaciones, siendo la familia Ostrogski uno de los más notables ejemplos.
Permaneciendo generalmente leales al estado polaco, los magnates, como los Ostrogski, se quedaron con la religión de sus antepasados, y apoyaron a la Iglesia Ortodoxa generosamente abriendo escuelas, imprimiendo libros en lengua rutena (los primeros cuatro libros impresos en alfabeto cirílico en el mundo se publicaron en Cracovia en 1491[13]), y contribuyendo generosamente a la construcción de iglesias ortodoxas.
De todos modos, su resistencia fue gradualmente menguando con cada generación según la élite rutena iba abrazando cada vez más el idioma polaco y el catolicismo.
[14] La Iglesia Católica Griega de Rito Oriental, creada originalmente para acoger a los nobles rutenos inicialmente ortodoxos, quedó como una institución sin utilidad, ya que los nobles se convertían directamente al catolicismo de rito latino en masa, de modo que esta iglesia no era más que una jerarquía sin feligreses.
La Iglesia Católica Griega se utilizó entonces como una herramienta enfocada a separar al campesinado de sus raíces rutenas, aunque con poco éxito.
[15] Después de varias revueltas cosacas, especialmente la Rebelión de Jmelnytsky, e invasiones extranjeras (como "el Diluvio"), la Mancomunidad, con cada vez menos poder y cayendo bajo el control de sus vecinos,[16][17] empezó a declinar, un proceso que finalmente culminará con la eliminación del estado polaco a finales del siglo XVIII por los siguientes 123 años.
[32] Por orden del Emperador, el distrito educacional de Vilna supervisado Adam Czartoryski (amigo personal de Alejandro), se agrandó para incluir vastos territorios en el oeste del Imperio ruso llegando a Kiev en el sudeste y al territorio polaco, y se proveyó el desarrollo de la Universidad, sin rival en el distrito, que se convirtió en una prioridad para las autoridades imperiales que le otorgaron una libertad y autonomía significativa.
[35] La oposición lituana a este desarrollo fue acallada por varios medios, alguna vez incluso de forma violenta.
La Universidad fue cerrada forzosamente en 1832 y los siguientes años se ven caracterizados por políticas que apuntan a la solución asimiladora de la "Cuestión polaca", tendencia que continuaría, fortalecida, tras el infructuoso levantamiento de Enero (1863).
Esto es particularmente visible en la Polonia ocupada por Rusia, donde a la cultura polaca le fue peor, ya que la administración rusa gradualmente se fue haciendo antipolaca.
[42] El trato a las minorías no-polacas se convirtió en un asunto de intenso debate entre los líderes polacos.
En un mismo momento se enfrentaron dos teorías sobre la política que se debía acometer: una aproximación más tolerante y posiblemente menos asimilacionista que era abogada por Józef Piłsudski,[43] cuyo proyecto de crear una federación Międzymorze con otros estados fallidos tras la Guerra Polaco-Soviética se enfrentó con la estrategia finalmente prevaledora abogada por Roman Dmowski (ministro de asuntos exteriores) y Stanisław Grabski (ministro de religión y educación).
Una ley promulgada en 1924 prohibía el uso de cualquier idioma excepto el polaco en los documentos gubernamentales y municipales.
En el área de la educación pública se postuló que las escuelas estatales sólo podrían usar la lengua polaca.
[44] Los años entre 1926 y 1935 fueron vistos favorablemente por muchos judíos polacos, cuya situación mejoró especialmente bajo el gabinete del delegado de Piłsudski Kazimierz Bartel.
Incluso enfrentándose a la aguda falta de ingenieros, las autoridades responsables prefirieron dejar posiciones vacantes que ocuparlas con expertos judíos.
Hasta la Primera Guerra Mundial, Galitzia, con su población ucraniana greco católica, estaba controlada por el Imperio austrohúngaro cuyas políticas locales eran relativamente proucranianas (rutenas) en un intento de cimentar el control austriaco sobre el territorio e impedir las tendencias políticas de la población que se acercaba hacia el resto de ucranianos controlados por el Imperio ruso.
Estas políticas resultaron en una percepción nacional mucho más fuerte entre los ucranianos de Galitzia.
Por otro lado, los ucranianos de Volinia, anteriormente parte del Imperio Ruso, eran principalmente ortodoxos y estaban influidas por tendencias rusófilas.
En la práctica, a menudo no se protegían, ya que los católicos, deseosos de fortalecer su posición, tenían representación oficial en el Sejm y las cortes.
Durante el período de entreguerras del siglo XX (1920-1939) las relaciones polaco-lituanas se caracterizaron por la mutua enemistad.
Unos 180 000 fueron enviados a campos de trabajo forzado como Tost, Potulice o Lamsdorf.
[71] Su situación mejoró en 1950 con el Tratado de Zgorzelec entre Polonia y la República Democrática Alemana.
[72] Como consecuencias del proceso de polonización cultural, se dieron disputas sobre la etnicidad de algunas personas notables como Tadeusz Kościuszko, Adam Mickiewicz e Ignacy Domeyko, quienes son celebrados como próceres nacionales tanto por los polacos, como por los bielorrusos y lituanos.