Sin embargo, las comparaciones de sus actitudes antes y después de nuevas pruebas no mostraron ningún cambio significativo, sugiriendo que los cambios autorrelatados pudieran no ser reales.
[6][3][7] Basándose en estos experimentos, Deanna Kuhn y Joseph Lao concluyeron que la polarización es un fenómeno real que lejos de ser inevitable, solo ocurre en una pequeña minoría de casos.
Encontraron que se incitaba no solo por considerar pruebas de ambas posturas, sino por simplemente pensar en el tema.
[3] Charles Taber y Milton Lodge alegaron que el resultado del equipo de Stanford había sido difícil de reproducir porque los argumentos usados en experimentos posteriores eran demasiado abstractos o confusos como para evocar una respuesta emocional.
Incluso cuando fueron instruidos para ser imparciales, los sujetos leían con mayor probabilidad los argumentos que apoyaban sus actitudes existentes.