El gobierno de los Estados Unidos se fundamenta en una anatomía, presidencial y federal.
La elección del presidente es indirecta a través de compromisarios o grandes electores.
Los candidatos ganan las elecciones, no los partidos políticos, cuya influencia y organización es menor que en otros sistemas democráticos como los de Europa.
Todos los estadounidenses tienen derecho al voto a partir de los dieciocho años.
Existen límites en el derecho de voto para quienes están en prisión por cometer crímenes que lleven aparejada como pena accesoria la restricción del voto; en algunos estados la legislación penal y penitenciaria restringe el derecho de voto aun a pesar de haber cumplido la condena y los residentes de las dependencias y del distrito federal están representados solo con un delegado al Congreso que no vota.
Para ejercer el derecho a voto hay que inscribirse en un registro de votantes.
Existen 538[1] votos electorales divididos entre los 50 estados y el Distrito de Columbia.
Un candidato necesita la mitad más uno de los votos electorales, es decir 270, para llegar a la presidencia.
Tiene también la facultad de vetar las leyes que se hayan aprobado en el Congreso.
Bush obtuvo 271 votos electorales, a pesar de que el candidato del Partido Demócrata y exvicepresidente en el gobierno de Bill Clinton, Al Gore ganó la votación popular.
El presidente de los Estados Unidos se elige en una asamblea formada por 538 electores.
En caso de ausencia o destitución, el Senado elige un presidente pro tempore.
Las enmiendas posteriores narran la lucha de Estados Unidos por la igualdad la justicia para todo su pueblo.