Los intereses de los propietarios del suelo y la especulación desvirtuaron finalmente el plan Calvet.
Los 5 km de muralla rodeaban la superficie que hoy equivale al Distrito Centro.
[5] A principios del siglo XIX Palma, al igual que otras ciudades españolas, estaba cercada por murallas.
En 1885 se publicó el libro titulado La ciudad de Palma, cuyo autor era Eusebio Estada.
Varios años antes, en 1897, ya se había convocado el concurso municipal para la realización del plan de Ensanche que ganó Calvet En 1897 fue convocado el concurso para elegir un proyecto de ensanche.
[7] El proyecto, que se ajustaba al artículo quinto del Reglamento de Ensanche de 1877, tenía una memoria que, en una primera parte, incluía estudios geológicos, topográficos, meteorológicos y estadísticos sobre población.
Siguiendo el citado artículo del reglamento, proyectó en algunos casos sin profundizar, las vías; su dirección, orden, anchura, perfiles, pavimento, aceras, sistemas de desagüe y alcantarillas, agua potable y gas del alumbrado.
Debido a que no se establecieron alturas máximas en el ensanche durante su aplicación práctica, rápidamente proliferaron calles oscuras y limitadas entre los grandes bloques de las calles de primer y segundo orden.
Aunque se construyeron otras, como por ejemplo la explanada del glacís en el barrio de Santa Catalina.
Fueron varios los arquitectos y urbanistas que dieron su opinión sobre el plan de Ensanche creado por Calvet.
Entre los que realizaron críticas al plan, tanto positivas como negativas, destacan Gaspar Bennazar, Guillermo Forteza Piña y Gabriel Alomar Esteve.
[12] Las críticas realizadas por el arquitecto regionalista Guillermo Forteza no fueron tan positivas como las de Bennazar.
Sus críticas se centraron en los aspectos circulatorios, higiénicos, estéticos y legales del ensanche.