Las rocas donde fueron grabados están ubicadas en tres sectores distintos a diferentes alturas respecto al nivel del río y con paneles que oscilan entre los centímetros y más de 24 metros de longitud.
El médico arequipeño Carlos Neuenschwander Landa estudió el sitio de Pusharo en 1969.
[1] Los petroglifos, que se encuentran en tres sectores distintos, son representaciones de caras y símbolos abstractos.
La imposibilidad de un origen incaico, según Rainer Hosting y Raul Carreño Collatupa indican, «...no existe indicio alguno para sospechar una afiliación cultural inca de los grabados»,[1] queda completamente demostrada.
También las plantas y musgos son un agente erosivo importante en cuanto al deterioro.