Persecución de la etnia gitana

Sin embargo, el desencuentro con las comunidades receptoras era casi total al comenzar el siglo XVI.

La documentación histórica conservada[1]​ recoge una larga serie de expulsiones en cadena prácticamente desde su misma llegada.

[3]​ Sin embargo, cabe señalar que la multiplicación de medidas para homogeneizar y asimilar la etnia revela continuamente fracasos.

La imagen social negativa de esta comunidad es muy clara y mayoritaria, casi prácticamente desde su llegada, como se puede observar en muchos idiomas.

Incluso en el actual diccionario de la RAE se recoge la siguiente acepción coloquial despectivo para gitano: “Que estafa u obra con engaño”.

[19]​ Todos estos aspectos negativos han sido recogidos y fomentados en muy diversos medios.

Y un documento de la administración penitenciaria española del año 1951 decía: En consonancia con todo esto, se han aprobado leyes diseñadas para reforzar el tópico más que a un fin o una solución a los propios problemas de marginalidad y pobreza.

En España debido a la política xenófoba de la dictadura franquista figuró en el reglamento hasta 1978 (final de la dictadura) de la Guardia Civil los siguientes artículos: Como muestran algunos estudios, la etiquetación o encasillamiento (conocido en criminología como criminalización[21]​) ha sido en todos los países el primer paso para desacreditar a la comunidad gitana con objeto de legitimar su marginación y su persecución: Los modernos estudios gitanológicos han desvelado este proceso de criminalización y han denunciado “lo habitual que resulta este fenómeno en todos los países, que lleva a la gente a afirmar que el estereotipo "por algo será", es decir, que seguramente tenga alguna base real.

Mujer gitana de Hungría y su hijo, en una publicación de National Geographic de 1917.