Tenía solo 20 años y su clasificación para la final olímpica de los 100 metros ya había sido una sorpresa.
Tras los Juegos siguió compitiendo a buen nivel durante varios años.
Entre sus éxitos destaca su victoria en las 100 yardas en la primera edición de los Juegos del Imperio Británico (luego llamados Juegos de la Commonwealth) celebrada en Hamilton en 1930.
El nuevo récord no sería superado hasta 1936, por el mítico Jesse Owens.
Precisamente en 1930, una lesión en el muslo frenó su imparable trayectoria, y ya no volvería a ser el mismo.