En 379 a. C. su partido atacó por sorpresa, asesinó a sus oponentes políticos y levantó al pueblo contra la guarnición espartana que quedaba en la ciudad.
La guarnición se rindió al ejército que Pelópidas había logrado reunir.
Tras expulsar a Alejandro, entró en Macedonia y arbitró entre los distintos candidatos al trono.
En 367 a. C. Pelópidas se dirigió con una embajada al rey persa y le indujo para arbitrar un acuerdo entre las polis griegas que fuese favorable para los intereses tebanos.
Sin embargo, deseando matar a Alejandro con sus propias manos, se lanzó al ataque sin la suficiente precaución y murió a manos de la guardia personal de este.