De este pueblo partirían las expediciones evangelizadoras hacia los llanos.
Los dominicos, que tenían asignada esta región, protestaron por la intromisión capuchina y el padre Alcalá debió suspender sus intentos evangelizadores.
En 1715 penetró por el río Santo Domingo y sacó más de 300 achaguas, que pobló en San Diego, pero al poco tiempo casi todos huyeron, excepto por unos 30.
El 21 de ese mes se firmó dicho acuerdo en San Carlos y fray Pedro viajó a Caracas, donde defendió su postura ante el obispo, quien aprobó la decisión el 25 de junio.
Esta situación no fue del agrado de un sector eclesiástico que influyó para oponerse a la decisión del prefecto y éste escribió una carta al Rey el 23 de julio siguiente, donde justificaba lo acordado por carecer la congregación de por lo menos 12 religiosos que salieran a evangelizar, al mismo tiempo que se atendían las poblaciones.