Una vez en Malta, entró en contacto con el pintor calabrés Mattia Preti, que se encontraba en la isla llamado por el Gran Maestre para la decoración de la iglesia prioral de La Valetta.
Por su gran empeño decorando las bóvedas y los altares de la iglesia, Preti fue nombrado caballero "de gracia", es decir, nombrado por gracia del Gran Maestre, no creado caballero por sus méritos nobiliarios y militares.
En sus breves regresos a su ciudad natal aprovechó para, por ejemplo, retratar al recientemente nombrado arzobispo hispalense Ambrosio Ignacio de Spínola (1670), demostrando lo mucho que conocía el estilo murillesco cuando no estaba bajo el influjo claroscurista de Preti, y que es cierto lo que los clásicos de la historiografía del arte señalan: su gran capacidad como retratista.
En otra ocasión aprovecharía para ingresar en la prestigiosa y elitista Hermandad de la Caridad.
En un momento dado, en 1693 y 1694, incluso debió formar parte de una comisión que acudió a entrevistarse con el rey Carlos II.
Seguramente de este momento data la entrega como regalo de la obra más famosa que pintó y que, al pasar a la colección real, hoy se conserva en el Museo del Prado: Juegos infantiles, o Niños jugando a los dados.