[2] Debido a ello, se le considera uno de los "cinco grandes" de la editorial en los años 50, junto a Cifré, Conti, Escobar y Giner (este, dibujante realista).
En esta época, trabajaba con sus amigos Cifré y Escobar en un estudio alquilado.
La empresa fracasa y tanto Peñarroya como sus compañeros optan por volver a trabajar para Bruguera.
En su segunda etapa en la editorial destacan las series Floripondia Piripí (1958), Pepe, el hincha (1962), fruto de su pasión por el fútbol; Pitagorín (1966), protagonizada por un niño superdotado; y Rudesindo el bucanero (1966).
El estilo gráfico de Peñarroya evolucionó con los años hacia un mayor estatismo, abandonando líneas curvas y símbolos cinéticos.