No ofrecía ventaja formal para Génova o Venecia, y en realidad Venecia perdió algunos territorios: Conegliano fue ocupada por Austria, Treviso fue tomada por los Carraresi, Tenedos cayó ante el Imperio bizantino, Trieste ante el Patriarcado de Aquilea y también perdió el control de Dalmacia ante Hungría.
Mediante el tratado entre Venecia y Hungría se acordó que los venecianos debían pagar siete mil ducados a la corona húngara cada año, los húngaros por su lado no se debían navegar en cualquier río que desembocara en el mar Adriático, entre el Cabo Palmentaria y Rímini, y que los comerciantes dálmatas no debían comprar productos en Venecia con un valor superior a 35.000 ducados.
Los venecianos se comprometieron a no apoyar al rey de Chipre.
Aunque a primera vista el tratado no parecía muy favorable para Venecia, en realidad marcó el exitoso final de la larga competencia de Venecia con Génova, para lo cual el tratado fue mejor que una victoria pírrica.
Venecia recuperó gran parte de sus pérdidas territoriales en las siguientes décadas, e hizo otras ganancias.