Partido Carlista (1971)

En cuanto a la jefatura de Estado, no se declara monárquico, sino accidentalista.

Aunque tuvo cierta notoriedad en la Transición, desde 1979 el Partido Carlista desempeña un papel testimonial en la política española.

[9]​ En el País Vasco y Navarra pasó a denominarse Partido Carlista de Euskadi (EKA).

[3]​ El proceso que culminaría en el llamado Partido Carlista se remonta al año 1957, cuando el joven príncipe Carlos Hugo hizo su primera aparición en la romería de Montejurra.

[10]​ Por aquel entonces, el carlismo javierista, que defendía la acción del Requeté en la guerra civil pero se sentía marginado por el régimen franquista desde el decreto de Unificación, había empezado a colaborar con las autoridades en vistas a la posibilidad de que Franco instaurase una monarquía tradicional.

[11]​ Tras su llegada a España, el príncipe se dejó asesorar por el catalán Ramón Massó, al que nombró jefe de su Secretaría Política.

[15]​ El viraje en sentido izquierdista de los secretarios se haría cada vez más patente a raíz del Concilio Vaticano II, que proclamó una doctrina en materia de libertad religiosa a la que siempre se había opuesto el carlismo.

Estos enviaron numerosas cartas a Valiente e incluso al pretendiente Don Javier, rogándole que la Comunión Tradicionalista mantuviese sus principios.

[19]​ El «integrista» Roberto G. Bayod, por ejemplo, acusaba a Massó de haber echado veneno contra la religión y la tradición con sus ideas socialistas,[20]​ calificándolo como «el último Maroto»,[21]​ y alertaba de que el carlismo estaría condenado a desaparecer si el príncipe Carlos Hugo de Borbón Parma era como lo presentaba el periodista José Carlos Clemente.

Según el historiador Francisco Javier Caspistegui, las decisiones estaban tomadas con antelación y los congresos sirvieron para arrogarse una supuesta participación activa de las bases, del «pueblo carlista».

[39]​ El mismo año Carlos Hugo y Zavala decidieron presentar candidaturas carlistas a las elecciones a procuradores en las Cortes fanquistas por el tercio familiar, con la intención de aprovechar el periodo electoral para hacer propaganda del partido.

[43]​ Por su disconformidad con los planteamientos izquierdistas, diversos grupos se apartarían durante estos años del Partido Carlista.

Para ese fin fue recuperada la denominación de «Comunión Tradicionalista» que el Partido Carlista había abandonado en 1971.

En 1971 Partido Carlista entra en la recién fundada Asamblea de Cataluña, que reúne a toda la oposición democrática catalana.

[48]​ Por entonces surgen las «Mesas Democráticas», promovidas por militantes comunistas, cristianos de base y carlistas.

[51]​ En 1972 se trató incluso de crear una nueva Comunión Tradicionalista sobre la base del Requeté.

Esta campaña fue promovida por periódicos tradicionalistas o afines como El Alcázar, El Pensamiento Navarro, Brújula, Iglesia-Mundo, ¿Qué pasa?, de la que también se hizo eco la prensa del Movimiento.

Sin embargo, se presentó por Navarra bajo la plataforma electoral «Montejurra (Fueros-Autonomía-Socialismo-Autogestión)» y, a pesar de la intensa campaña electoral, no logró ningún diputado,[62]​ obteniendo solo 8 451 votos en Navarra (3,57 %),[63]​[64]​ mientras que Alianza Foral Navarra —partido formado por carlistas tradicionalistas que acabaría integrándose en AP y UPN— logró 21 900 (8,47 %), quedándose también sin representación en el Congreso.

Meses más tarde con motivo de un nuevo Congreso Federal Mariano Zufía asumiría la secretaría general del PC.

[69]​ Para avalar ideológicamente el cambio y presentar el carlismo como una alternativa de revolución social y de transformación democrática, opuesto a la visión conservadora tradicional, se llevó a cabo una reinterpretación histórica del carlismo, defendida principalmente por el periodista José Carlos Clemente, en la que también colaboraron otros militantes del partido como Evaristo Olcina Jiménez (n. 1938), Pedro José Zabala Sevilla (1934-2021), Fernando García Villarrubia y María Teresa de Borbón-Parma.

[71]​ Para negar el carácter reaccionario que se había achacado tradicionalmente al carlismo, el citado José Carlos Clemente, militante e ideólogo del Partido Carlista en la década de 1970, desarrolló una teoría de diferenciación entre Carlismo y Tradicionalismo,[5]​ defendiendo en numerosas de sus obras sobre la historia del carlismo que «el sector foralista y anticentralista» eran «los auténticos carlistas» que durante la Segunda República habrían sido «relegados al ostracismo por los integristas y tradicionalistas»,[72]​[73]​[74]​[75]​ siendo desplazados los planteamientos federalistas a un segundo plano en favor de una política centrada fundamentalmente en la defensa de la Iglesia católica como reacción al anticlericalismo.

[77]​ En su reinterpretación propagandística del carlismo, Josep Carles Clemente divulgó durante décadas una cita falsa de Karl Marx en la que supuestamente el ideólogo comunista alemán habría elogiado el carlismo, afirmando que no era «un puro movimiento dinástico y regresivo», sino «un movimiento libre y popular en defensa de tradiciones mucho más liberales y regionalistas que el absorbente liberalismo oficial».

[82]​ Diversos autores han rechazado que los planteamientos del Partido Carlista moderno tengan precedentes en el carlismo histórico.

Portada de la revista Montejurra , 1964
Montejurra , tardofranquismo
Mariano Zufía y jóvenes militantes pamploneses, tardofranquismo
encierro-protesta, transición
Javier, 1977
Cartel del PC
Sede del EKA , Estella.
Evaristo Olcina