El Parque Natural del Montgrí, las Islas Medas y el Bajo Ter (en catalán Parc Natural d'El Montgrí, les Illes Medes i el Baix Ter) es un espacio natural protegido español situado a caballo entre las comarcas del Alto Ampurdán y el Bajo Ampurdán, en la provincia de Gerona, Cataluña.
La superficie emergida de las Islas Medas se declara reserva natural integral.
[5] La presencia de un paisaje singular, configurado por un litoral con acantilados, calas y playas que se adentran en unos fondos marinos de indudable valor ecológico, un macizo montañoso que se levanta entre las llanuras aluviales del Bajo y el Alto Ampurdán y los humedales que forma el río Ter cuando desemboca en la bahía de Pals, hacen del parque natural del Montgrí, las Islas Medas y el Bajo Ter un lugar único en Cataluña.
Si a todo esto añadimos las numerosas improntas que ha dejado el hombre a lo largo de su historia, se completa un patrimonio digno de estudio, conservación y divulgación para que nuestras generaciones futuras puedan heredarlo, tal como lo heredamos nosotros.
[7] Resulta prácticamente imposible escribir sobre el paisaje de estos espacios sin hacer referencia explícita a su contexto ampurdanés.
Este pequeño territorio engloba una buena representación de casi todos los paisajes mediterráneos más preciados desde los fondos submarinos a las calas y de las calas a las cumbres perfumadas con el olor del tomillo y el romero.
La geomorfología de la costa es muy diversa, y origina diferentes accidentes como calas, golfos, islotes o cuevas, que en conjunto constituyen un paisaje de excepcional belleza, que ha sido modelado sobre todo por la acción del mar.
[7] Las Islas Medas presentan unos hábitats terrestres modelados por las condiciones climatológicas con presencia fundamentalmente de vegetación halófila (adaptada a la sal) y sin un estrato arbóreo denso.
La garriga también está presente, y el lentisco y el acebuche son los representantes del escaso estrato arbóreo, este último de importancia capital, puesto que ofrece refugio a la colonia de ardeidas nidificantes en las islas.
Los riscos y peñascos calcáreos de las comarcas mediterráneas cálidas constituyen, además, un elemento configurador del paisaje.
También hay que destacar los restos de maquias litorales, dominadas en las islas por el acebuchal.
Se distinguen como ambientes naturales los bosques, y es de interés muy remarcable la duna continental fijada a comienzos del siglo XX, las formaciones arbustivas, los cultivos, los roquedos interiores y los acantilados litorales.
Actualmente una buena parte del macizo está recubierto de masas arboladas.
Por su singularidad florística destacan dos grandes grupos: los briófitos o musgos y las plantas vasculares.
Los acantilados costeros ofrecen un hábitat idóneo en el cual se desarrollan plantas interesantes y muy raras.
En los prados secos de la Montaña Grande se encuentran comunidades muy ricas florísticamente que aumentan sensiblemente la biodiversidad del conjunto.
[7] En el parque natural del Montgrí, las Islas Medas y el Bajo Ter las aves forman un grupo de especial interés tanto por las especies protegidas que encuentran refugio como por su diversidad.
En las franjas litorales del macizo y a las islas encuentran refugio varias especies de rapaces como el halcón peregrino (Falco peregrinus), el cernícalo común (Falco tinnunculus), el duque (Bubo bubo) y la gralla (Corvus monedula).
La situación del macizo y su naturaleza kárstica han permitido conservar restos arqueológicos de gran relevancia que sitúan las primeras ocupaciones humanas en el paleolítico inferior, ahora hace unos 300.000 años, cuando las cuevas ofrecían un refugio natural excelente al hombre cazador y recolector.
Las cavidades vuelven a utilizarse ya en el neolítico final, pero ahora como lugar de enterramiento.
El Mediterráneo ha sido desde siempre un mar muy transitado por barcos de los diferentes países que lo rodean.
Las Islas Medas cayeron en varias ocasiones en manos de los piratas, significaban un objetivo perfecto desde donde poder lanzar sus ataques contra el litoral.
La Edad Contemporánea deja su huella en las Islas Medas, donde todavía queda una fortaleza de época napoleónica y que a finales del siglo XIX fue un lugar habitado por militares por su interés estratégico.