[2] Constituida por dos partes, prácticamente intactas, de selva tropical húmeda y planicies, principalmente sobre terrenos no pantanosos, el parque protege poblaciones de elefantes y al curioso bonobo (Pan paniscus).
El parque nacional de Salonga se encuentra a un altura entre 350 y 700 m sobre el nivel del mar.
Este sector está habitado por los Yaelima quienes también utilizan el bosque para sus necesidades (alimentación, caza, agricultura, fuego, construcción, canoas).
Como resultado, el parque nacional protege un ecosistema altamente biodiverso y único.
Muchos grandes mamíferos se encuentran en el parque en densidades relativamente altas, incluyendo antílopes bongo, mangabeyes de cresta negra, leopardos y bonobos.
[7] La región del sur ha sido el lugar donde se han realizado estudios sobre los bonobos en estado salvaje.
Hay muchas especies de aves presentes dentro del parque, como la garza bueyera, la cigüeña negra y el tántalo africano.
[12] Las especies forestales inundables son Oubanguia africana, Scytopetalum pierrianum y Guibourtia demeusei.
Las especies de bosques pantanosos son Entandophragma palustre, Coelocaryon botryoides y Symphonia globulifera.
El primer informe, elaborado por un grupo de investigadores independientes que trabajaron bajo los auspicios de tres abogados especializados (Navanethem Pillay, el profesor Knox y la doctora Kathy Mackinnon), critica al Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) por permanecer en silencio.
El WWF se justificó considerando que los derechos humanos son responsabilidad del Estado congoleño, aquí representado por el Instituto Congolés para la Conservación (ICCN), que se encarga de la gestión de los guardas forestales.
Tras la publicación del informe, el WWF estimó que el ICCN “debe utilizar todas las regulaciones para establecer responsabilidades y sancionar a los agentes y ecoguardias involucrados en violaciones de derechos humanos en el Parque Nacional Salonga”.
Abusos de derechos atribuidos a ecoguardias que fueron financiados y equipados en parte por WWF.
Los investigadores también confirmaron en el parque “una asociación inversa significativa entre la densidad de bonobos y la presencia humana”.