Parque nacional De Hoge Veluwe

El Parque une naturaleza y cultura con el reputado Museo Kröller-Müller situado en su centro.

Dos días son necesarios para dar la vuelta al parque en bici y sucintamente visitar el museo (cuyas exposiciones son renovadas con regularidad gracias al rico fondo legado por la pareja Kroller-Muller).

Los guías pueden permitir ver más fácilmente los grandes animales y las particularidades del parque.

Asimismo, el parque está prohibido a los perros, pero estos tienen acceso a la zona central (centrum), con un punto de suministro de agua que les está destinado.

Siete observatorios integrados en el paisaje han sido construidos en el parque con voluntarios para observar los grandes animales.

Museo: el Museo Kröller-Müller es menos fastuoso que lo que preveía Helene Müller, habiendo interrumpido una quiebra financiera familiar el proyecto inicial, pero el estado neerlandés ha permitido la construcción de un edificio y de unos cimientos que han conservado hasta hoy en día colecciones notoriamente ricas en cuadros de Vincent van Gogh, Pablo Picasso y Piet Mondrian.

El mar de arena es visible desde el satélite (manchas claras), entre una muy grande diversidad de paisajes y de ecosistemas.
Pabellón San Huberto, residencia de la pareja Kroller-Muller.
El parque está más bien constituido por zonas bastante secas, incluso áridas, pero algunas zonas húmedas permiten a los animales abrevarse.
Más de 2.000 bicicletas públicas están disponibles sin costo para poder circular por aproximadamente 50 km de ciclovías dentro del parque.
Los «pasos canadienses» confinan los grandes animales en las zonas menos frecuentadas por el público.
La gestión restauradora conserva cantidades importantes de leña seca, permitiendo la vida de insectos y hongos xilófagos que se observan fácilmente.
Ovejas salvajes en el Parque Nacional de Hoge Veluwe.
El Museo Kröller-Müller, construido por Henry van de Velde y Wim Quist.