Los acantilados acogen una importante pajarera de aves que buscan nidos protegidos en la pared rocosa, destacando la colonia de gaviota argéntea y de garcilla bueyera (Bubulcus ibis), aunque también existen garcetas (Egretta garzetta), palomas bravías (Columba livia), grajillas y estorninos negros.Debido al material de la pared del acantilado, este se disgrega en grandes bloques que posteriormente se van rompiendo con el oleaje, por lo que a lo largo de la historia ha ido retrocediendo, dejando en el fondo del mar una sucesión de rocas sobre sustrato arenoso.Se halla en zonas más abrigadas y menos expuesto a la acción de elementos como el viento o el sol ya que se desarrolla, fundamentalmente, en el borde interior de los acantilados y se encuentra protegido por Pinus halepensis del que forma su sotobosque.[2] En las dunas próximas a la playa y junto al borde del acantilado se encuentran especies como el enebro (Juniperus oxycedrus subsp.Se está fomentando el ecoturismo con senderos y otros atractivos.