Paro Nacional de Perú de 1977

El éxito del paro magisterial inspiró a otros movimientos sindicales a planificar un paro nacional más amplio el 19 de julio, liderado por la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) y otras organizaciones.

Este golpe se produjo, entre otras razones, debido a la incapacidad de Belaúnde para implementar reformas en diversos sectores, obstaculizadas por la oposición de la coalición entre el Partido Aprista Peruano y la Unión Nacional Odriísta.

El descontento popular se agravó por la crisis económica y la situación alcanzó un punto crítico con una huelga policial en febrero de 1975 que desencadenó saqueos, incendios y un descontrol social en la capital.

A pesar de estas medidas, la economía experimentó una inflación descontrolada, una profunda recesión y un alarmante aumento del desempleo.

Estos factores contribuyeron significativamente al creciente descontento social, particularmente entre los sectores más vulnerables de la sociedad.

A pesar de las severas limitaciones impuestas por la dictadura, los movimientos populares y los partidos de izquierda se organizaron para llevar a cabo una resistencia organizada contra el gobierno.

Este acto buscaba expresar el descontento y la indignación frente a las medidas económicas que afectaban gravemente a los trabajadores y sectores populares del país.

[5]​ Pese a la aparente calma en la capital, el 15 de junio se iniciaron las movilizaciones en los departamentos del Cusco, Puno y Arequipa.

El mismo día, en Moquegua se suspendieron las labores escolares en respuesta a las movilizaciones de los estudiantes.

[9]​ A fines del mes, el ministro Cisneros Vizquerra reportaba que «hubo un muerto en el Cusco, un civil», que «están un poco movidos en Ayacucho» y limitaba las movilizaciones a «Arequipa, Cusco, Puno y Ayacucho».

En algunas regiones, este paro estuvo acompañado por movilizaciones estudiantiles de educación secundaria.

Sin embargo, el impacto fue nulo dado que llegó demasiado tarde para influir en la situación.

Los miembros del gobierno atribuyeron la situación a «grupos de extremistas», atribuyéndolo nuevamente a un supuesto plan coordinado «con clara intencionalidad política, en el que se ha utilizado condenablemente al estudiantado».

Molina Pallochia señaló que el gobierno había «controlado con mucha prudencia, pero con firmeza, los desórdenes producidos en algunas ciudades del país» y anunció la suspensión del desfile militar de Fiestas Patrias.

El presidente de facto Morales Bermúdez se vio obligado a cancelar sus viajes al interior del país.

En los días siguiente, se fueron plegando varias otros movimientos, que terminaron sumando un total de 23 organizaciones sindicales.

La Crónica, periódico del gobierno, afirmó: «Seudo izquierda al servicio de la derecha».

Ese día, la agencia gubernamental EsiPerú publicó que el ministro del Interior Luis Cisneros Vizquerra «afirmó que hay responsables directos de la situación creada [...] [como los] grupos de ultraizquierda y de ultraderecha, y como responsables indirectos –entre otros– a la prensa privada y a la prensa socializada».

Vizquerra además anunció en un mensaje emitido por radio y televisión: [A]dvierto a los organizadores del paro anunciado para el día de mañana martes 19, que el gobierno los hará responsables directos de lo que pudiera ocurrir [...] El Ministerio del Interior tomará todas las previsiones y realizará todas las acciones que sean necesarias para contrarrestar la realización del paro [...]A las primeras horas del 19 de julio, la capital y el primer puerto del país se encontraban prácticamente paralizados, los centros laborales cerrados y las calles bloqueadas.

Mercados, colegios, universidades y centros laborales en toda Lima suspendieron sus actividades.

Al mediodía, en Comas, infantes de Marina ametrallaron a los manifestantes concentrados en la avenida Túpac Amaru cruce con la avenida Víctor A. Belaunde, resultando seis personas muertas (Julio Laynes, Flor Arcaje, Fluira Pardavé, Jorge Jáuregui, Zenobio Pastrana y Juan Flores) y muchas más heridas.

En el mismo sitio, un ómnibus militar embistió contra las personas reunidas allí.

Las ciudades donde habían sucedido manifestaciones en las semanas previas, como Cusco, Puno, Tacna, Moquegua, Arequipa, Huamanga, Huancavelica y Huancayo, volvieron a paralizarse por completo.

Además, ciudades como Tumbes, Piura, Chiclayo, Trujillo, Chimbote, Cajamarca e Iquitos también se sumaron al paro.

La huelga fue particularmente fuerte en los centros de gran y mediana minería en diferentes partes del país y contó con el apoyo de diversos sectores, incluyendo a parte del campesinado.

La carretera Panamericana, que recorre todo el litoral peruano, y las carreteras troncales que conectan la costa con la sierra y gran parte de la selva, se vieron afectadas.

[17]​ La democracia en el Perú se reestablecería completamente tras las elecciones generales de 1980, donde resultó electo como presidente Fernando Belaúnde Terry.