Emilia Pardo Bazán

Durante las estancias familiares de invierno en Madrid, Emilia asistía a un colegio francés protegido por la Real Casa[5]​ donde fue introducida en la obra literaria de La Fontaine y Jean Racine —lo que le sería especialmente útil posteriormente, dados sus frecuentes viajes a Francia para conectar con el mundo literario europeo y conocer y tratar a relevantes autores como Victor Hugo—.A los doce años la familia decidió quedarse en La Coruña durante los inviernos y allí Emilia estudió con instructores privados.La boda se celebró en 1868 en Meirás y después de la misma, la pareja recorrió España.Cuando este dejó su escaño, los cuatro emprendieron un viaje de varios meses a Francia e Italia.Partidaria del carlismo durante el Sexenio Revolucionario, según Isaak Pavlovski, Pardo Bazán llegó incluso a traficar con armas para los defensores de Don Carlos,[8]​ aunque años después abandonó esta causa.Pasaron ocho años de matrimonio hasta tener su primer hijo, Jaime (1876); después nacieron Blanca (1879) y Carmen (1881).[2]​ En 1876 se dio a conocer su primer trabajo como escritora con Estudio crítico de las obras del padre Feijoo, un ensayo sobre este intelectual gallego del siglo XVIII por el que la escritora siempre tuvo gran admiración, posiblemente por su obra avant la lettre.[7]​ Colaboró en la revista católica La Ciencia Cristiana, desde la que en 1877 se opuso, con argumentos cientificistas, a la teoría del darwinismo sobre el origen de las especies.[12]​ Pardo Bazán admira el naturalismo francés pero defiende la literatura española y su carácter castizo que considera un realismo propio.En la obra, prologada por Clarín, defiende el realismo "a la española" de sus contemporáneos Galdós y Pereda y, a pesar de que sus ideas habían sido publicadas por entregas anteriormente, causó un gran escándalo.[2]​ Su marido, «horrorizado» —según describen sus biografías— por los ataques recibidos, le pidió que dejara de escribir.[2]​ Desde Francia, Zola acogió positivamente el texto y se mostró sorprendido de que la autora fuera una mujer.[2]​ A partir de 1884 y tras el escándalo generado por La cuestión palpitante, Pardo Bazán comenzó a distanciarse del «zolismo» sin suponer la descalificación de la doctrina del maestro por el que siempre guardará admiración.«Los primeros síntomas de tal alejamiento se hacen explícitos en sus Apuntes autobiográficos (1886), cuando, refiriéndose al libro de 1883, declara que en él examina «la estética naturalista a la luz de la teología, descubriendo y rechazando sus elementos heréticos, deterministas y fatalistas, así como su tendencia al utilitarismo docente, e intentando un sincretismo que deja a salvo la fe» (O. C., III, pp.«Un paso más en ese proceso se manifiesta al año siguiente, en sus conferencias sobre la literatura rusa; en ellas, más que —como a veces se ha dicho— sustituir en su devoción a Zola y el naturalismo francés por Tolstoi y el espiritualismo ruso, doña Emilia ofrece una visión más totalizadora y comprensiva de lo que en el movimiento literario europeo ha significado la propuesta de «le roman expérimental», señala José Manuel González Herrán, catedrático de Literatura Española, especialista en su obra.[2]​ La separación amistosa de su marido le permitió a Pardo Bazán seguir con libertad sus intereses literarios e intelectuales sin obstáculos.[19]​ En su afán reformador, en 1890 doña Emilia aprovechó la herencia paterna para crear una revista de pensamiento social y político totalmente escrita y financiada por ella: Nuevo Teatro Crítico, titulada en homenaje a Benito Jerónimo Feijoo del que fue seguidora.Su cuidada educación y sus viajes por Europa le facilitaron el desarrollo de su interés por la cuestión femenina.Aunque ya era una reconocida escritora y había dado conferencias allí no podía entrar en la casa como socia de pleno derecho.Tenía múltiples enfrentamientos con José María de Pereda especialmente cuando este declaró que una mujer no podía ser académica, y mejor relación con Valera aunque tampoco le apoyó cuando Pardo Bazán quiso entrar en la Academia.[2]​ Pardo Bazán vivió la conciencia feminista considerando que la igualdad entre mujeres y hombres era una meta posible.[37]​ Con una matriz ideológica católica afín a Pidal y Mon, tuvo no obstante ideas racistas.[46]​ El arte en Emilia Pardo Bazán es un tema protagonista en su producción literaria, tanto en sus reflexiones y críticas artísticas, como en sus novelas de ficción.En primer lugar, el concepto general de arte para Pardo Bazán se ve influido por las teorías neoplatónicas.Ella misma admite: ¨mi concepto del arte está influido, fatalmente, sin que para eso haya remedio, por los ideales literarios¨ [47]​.Vemos, por tanto, que la literatura, y su relación con las artes, adquiere gran consideración en sus postulados.Así mismo, la artista concibe la imagen como símbolo, portadora de significados que trascienden lo sensorial y lo superficial.En estas se hacen presentes protagonistas como meigas, peregrinos, gaiteros, así como ritos y costumbres de su región natal, Galicia.Emilia intervino activamente en la fundación de la Sociedad del Folklore Gallego en 1884 en la que fue nombrada presidenta.Para Wagner, la obra de arte total, esa aspiración que tendrán los románticos, ya era una realidad en la Antigua Grecia ejemplificado por la tragedia griega.
Emilia Pardo Bazán
Casa de Emilia Pardo Bazán en La Coruña .
Monumento dedicado a Emilia Pardo Bazán en La Coruña.
Emilia Pardo Bazán en 1887
Estatua de las cigarreras que aparecen en La Tribuna .
Antigua Fábrica de Tabacos que aparece en La Tribuna .
Retrato de Emilia Pardo Bazán (1896), del pintor coruñés Joaquín Vaamonde Cornide .
Cada uno ( El Cuento Semanal , 15 de febrero de 1907)
Escudo de la condesa de Pardo Bazán, dama de la Orden de María Luisa .
Fotografía de Emilia Pardo Bazán publicada en 1908 en la revista Actualidades .
Pardo Bazán frente a una máquina de escribir
Retratada en las páginas de La Esfera (1921)
Retratada por Joaquín Sorolla hacia 1913
Mural de Emilia Pardo Bazán en Oleiros .
Avenida Emilia Pardo Bazán en Oleiros .