Un parche transdérmico es una forma galénica consistente en un reservorio con principio activo que se libera lentamente al aplicarlo sobre la piel.
Superada ésta, se encuentra una segunda barrera, integrada por la agrupación epidermis/dermis, en la que la absorción es mucho más fácil, dado su carácter hidrofílico.
En los sistemas matriciales, en cambio, no existe este riesgo; y tienen dimensiones más pequeñas, especialmente los de matriz adhesiva.
A medida que avanzamos en años, cada vez sumamos más medicamentos en nuestra vida cotidiana, por tal razón, los parches que se pegan en la piel adquieren un rol fundamental para evitar problemas por un alto consumo de fármacos, especialmente en los adultos mayores, y por su comodidad.
También es una ventaja del parche transdérmico su capacidad para administrar la dosis exacta de activos que pasa al torrente sanguíneo.
Los parches transdérmicos tienen la ventaja de evitar la inactivación por enzimas digestivos y el efecto del primer paso hepático.
Es el caso del ácido valproico, azatadina, ketoprofeno, glibenclamida, algunos citostáticos, pilocarpina, viprostol, o de diversos betabloqueantes como el timolol, bupranolol, mepindolol y propranolol.