Paradoja de la muerte térmica
Formulada en 1862 por Lord Kelvin, Hermann von Helmholtz y William John Macquorn Rankine,[1] la paradoja de la muerte térmica, también conocida como paradoja de Clausius y paradoja termodinámica,[2] es un argumento reductio ad absurdum que utiliza la termodinámica para mostrar la imposibilidad de un universo infinitamente viejo.Fue necesaria para enmendar las ideas fundamentales sobre el universo, lo cual conllevó un cambio de paradigma.Para dos objetos a la misma temperatura, el flujo de calor de un cuerpo como al otro y viceversa es exactamente el mismo, por lo que el efecto neto es que no hay ningún cambio .Por lo tanto, en todas partes en el universo debería haber la misma temperatura y no tendría que haber ninguna estrella, o bien todo tendría que estar tan caliente como las estrellas.En la cosmología del Big Bang, la edad actual del universo no es suficientemente grande para que el equilibrio se haya alcanzado; mientras que en el estado estacionario, suficiente cantidad de hidrógeno es regenerado continuamente como para permitir una densidad media constante e impedir la disminución de estrellas.