En ambos casos el texto es muy similar, pero viene precedida por pasajes diferentes; en el Evangelio de Mateo Jesús les indica a seguidores la diferencia entre «lo antiguo» y «lo nuevo» con estas palabras:
Parece como si quienes lo conocieron hubieran utilizado un doble tipo de razonamiento: uno, con lógica, para juzgar las cosas terrenas y otro, ilógico, para juzgarle a Él.
Los signos que ha mostrado —los milagros, su vida y su doctrina— deberían ser suficientes para confesarle como Mesías.
Se vuelve a producir en nuestros días, cada vez que se pasan por alto los signos que Dios muestra o sus sugerencias en el fondo de la conciencia: Quienes voluntariamente pretenden apartar de su corazón a Dios y soslayar las cuestiones religiosas desoyen el dictamen de su conciencia y, por tanto, no carecen de culpa.
A este respecto comenta Fulgencio de Ruspe:[2]