Jesús, que conoce los deseos del corazón del hombre, expone que anhela tesoros cuya posesión le proporcione felicidad y seguridad.
Por el contrario, expone Jesús de que el verdadero tesoro son las buenas obras y una conducta recta porque estas cosas serán premiadas con porDios con la gloria eterna en el cielo.
No quiere decir Jesús que los hombres tengan que despreocuparse de los bienes terrenos sino que las cosas creadas son medios y no el fin último del hombre.
El papa Pablo VI comenta este pasaje de la siguiente manera:
San Augustin dice que esta parábola debe ser tomada al pie de la letra y no alegorizada.