El protagonista, que se apoda Papillon, es condenado a trabajos forzados en la Isla del Diablo, a 11 km de la Guayana francesa, por un crimen que no cometió.
Existe una segunda parte llamada Banco[1] en la cual se relata el camino que recorrió el autor desde que fue liberado definitivamente en América hasta que llegó a la masividad literaria, recorriendo caminos azarosos y muchas veces tan peligrosos como el mismo presidio.
Aunque se pone en duda su veracidad, es interesante la vívida descripción de las inhumanas condiciones que padecen los reclusos.
Tanto la novela como la película pueden considerarse obras de denuncia, ya que al tiempo que descubren las entrañas del sistema penitenciario de las colonias francesas, muestran algunos aspectos crudos y tortuosos del trato a los prisioneros, de las torturas, además del esfuerzo que el espíritu humano, en este caso representado por el mismo Papillon, hace por adaptarse a un medio altamente hostil, que ofrece pocas posibilidades a la supervivencia, un ambiente aislado del mundo, en cárceles subhumanas con celadores insensibles y crueles.
Todo esto en su conjunto explicaría el éxito de la novela y la película.