Cuando observamos un objeto cercano, los ojos giran para que los ejes ópticos estén alineados sobre el mismo, es decir, convergen.
Para visualizar correctamente un contenido 3D sería necesario: Los pioneros en el estudio de la estereoscopia fueron Euclides, astrónomo griego, y Leonardo da Vinci, pintor italiano, que ya en su época observaron y estudiaron el fenómeno de la visión binocular.
Pero para encontrar el primer dispositivo hay que remontarse al año 1838, cuando el físico escocés Sir Charles Wheatstone construyó un aparato con el que se podía apreciar el fenómeno de la visión estereoscópica.
Así pues, la imagen tridimensional en movimiento no es novedad de ahora, y ya en los cines antiguos se proyectaban algunas películas tridimensionales que funcionaban emitiendo dos películas diferentes, cada una con un tinte de diferente color.
Con el avance de la tecnología, la técnica se fue perfeccionando, creando sistemas que hacían más o menos lo mismo, pero mejor.
Los displays 3D que se utilizan para realizar la representación de los contenidos 3D pueden ser divididos según la técnica empleada para dirigir las vistas izquierda y derecha en el ojo apropiado: unos necesitan dispositivos ópticos cerca de los ojos, y por el contrario, otros tienen este proceso integrado en el mismo display.
Estos últimos, de visión libre (free-viewing o FTV), son los llamados autoestereoscópicos.
Sin embargo, estas pantallas 3D aún presentan algunos problemas relacionados con los siguientes aspectos: Se ha visto pues que el efecto tridimensional presenta todavía poca estabilidad (depende de la posición del espectador) y la resolución de la imagen es escasa.
Actualmente las principales marcas que fabrican televisiones en 3D son: LG Electronics, Samsung, Sony, Panasonic, Philips, Recco, etc.