Aunque el estilo Tudor no era evidente, la totalidad del conjunto era imponente y magnífico.
Un pequeño parque antecedía la casa, rejas de fierro forjado marcaban el límite con calle monjitas.
Su hija, Amalia, se casó con otro millonario de la época, Maximiano Errázuriz, y junto a él inició el alumbrado a gas de Santiago.
Aquí se realizaron las tertulias femeninas que impulsó la educadora Amanda Labarca y tuvo un último momento de esplendor cuando el gobierno decidió usarlo para la Exposición histórica del Centenario, de cuyas fotografías se puede observar el lujoso interior del palacio.
En 1929 el gobierno decidió no desembolsar los 500 mil pesos necesarios para su compra y fue demolido ese mismo año.