Variados salones circundan este espacio, y la escalera oculta en uno de estos recintos permiten subir al área donde originalmente se ubicaron los dormitorios, con salida a balcones y la logia central con vista directa a la iglesia de San Lázaro.En torno a éste, los espacios se sucedían unidos por corredores menores decorados con estatuas de mármol.La viuda de Alfredo Piwonka, Elvira Moreno, tras su segundo matrimonio, fue quien realizó las primeras modificaciones en el inmueble.El segundo piso fue remodelado como departamento de renta y se trasladó la finísima escalera del hall principal a una nueva entrada que fue construida por calle Gorbea.En la capital logró reinventarse y arrendó un molino en una zona industrial cercana a la Estación Central, luego compró otro en las faldas del cerro San Cristóbal.Este negocio le permitió forjar una considerable fortuna y construir, en 1918, el palacio Piwonka.Al poco tiempo, Alfredo le compró la mitad a su hermano Alberto, quien quedó como único dueño.Desde la glorieta del segundo piso la familia presenciaba el desfile de Fiestas Patrias, que en aquellos tiempos se desarrollaba por calle Ejército.[4] Frente al palacio, en la acera norte, la Universidad instaló un estatua de Diego Portales que le encargó al escultor Juan Sebastián Solar como una recreación del famoso monumento decimonónico realizado por el francés por Jean-Joseph Perraud que adorna la plaza de la Constitución.
Palacio Piwonka Jilabert.
Portales por Juan Sebastian Solar, frente al palacio Piwonka