Se levantó a expensas del obispo de Tortosa fray Antonio José Salinas y Moreno († 1814), encargando las obras al prócer Miguel Tirado.
Esta escalinata cubre con bóveda vaída antes de dividirse en dos tramos laterales que conducen al piso principal.
El nivel inferior es un alto zócalo de piedra en el que se abren los óculos del sótano.
El edificio remata con un antepecho o petril con frontón y óculo en el cuerpo central, separado del primer piso por una gran franja a modo de friso.
Las fachadas laterales siguen la misma ordenación que la principal, cambiando los óculos del sótano por ventanas.