Palabra complementada

La palabra complementada (LPC), surgió en los años 60, con el fin de facilitar la lectura labiofacial.

En el caso de los niños con sordera profunda, en su mayoría, no llegan a adquirir un nivel lingüístico satisfactorio mediante los métodos tradicionales orales, estos, excepto en algunas excepciones, podemos observar: El “lenguaje aprendido” es una pequeña parte ante la producción verbal que el niño va experimentando toda su vida adquiriéndolo espontáneamente, es ahí donde se encuentra una de las mayores limitaciones de estos niños con afección auditiva, impidiéndoles el dominio de expresiones y un amplio vocabulario.

En la versión española, este sistema se dio bajo el nombre de “La Palabra Complementada” (LPC) respaldado por Torres (1998), quien manifiesta que dicho método actualmente supone aquello que supuso para los ciegos el Sistema Braille en 1854 (Torres y Luis, 1996).

Es importante que los padres de niños que vayan a utilizar este sistema de apoyo al lenguaje, lo conozcan bien para comunicarse con sus hijos y poder enseñárselo desde pequeños mediante actividades lúdicas y funcionales.

La palabra complementada, aparte de facilitar la comunicación y la lecto-escritura a niños con dificultades auditivas, posee unas ciertas limitaciones, que aunque son mínimas es conveniente señalarlas para poder comprender mejor la estructura de este sistema.

Kinemas, posiciones manuales que actúan como un complemento de la palabra.