Su madre, Mariana Campuzano, dedicada al hogar, es quien le transmite el amor por la lectura durante su infancia.
Su padre, José Montoya, médico cirujano, lo induce a que haga estudios de medicina.
Esta decisión ocasiona una ruptura con su familia, especialmente con el padre, quien interrumpe la ayuda económica destinada a su hijo.
Pablo comienza entonces su aprendizaje de la estrechez material que lo acompañará durante años.
Este evento, ocurrido en 1985, será crucial para que Pablo Montoya asuma la violencia como uno de los temas Montoya estudió flauta con los maestros Gabriel Uribe, en Medellín, y con Óscar Álvarez, en Tunja.
Su tesis doctoral «La música en la obra de Alejo Carpentier», defendida en 2001, obtiene la máxima calificación otorgada por la universidad francesa.
Durante esta primera estadía en París, Montoya vivió con su familia en un pequeño apartamento universitario en la localidad de Antony.
Entre 2009 y 2010 se instala en Alfortville, en las afueras de París, con Alejandra Toro, su esposa.
Allí, beneficiándose de un año sabático, escribe los libros Adiós a los próceres (2010) y Los derrotados (2012).
Es durante esta estancia que Pablo Montoya comienza a escribir Tríptico de la infamia (2014).
Se casan en 2009 y de esta relación nace su segunda hija, en 2013, Eloísa Montoya.
En esta editorial Montoya ha publicado los libros Lejos de Roma (2008), Los derrotados, Español, lengua mía (2007) y Hombre en ruinas (2018).
La Universidad del Rosario publicó Mi mano busca en el vacío, la primera antología poética de Montoya.
Algunos de sus discursos escritos, al recibir diferentes premios y reconocimientos, están reunidos en su libro Español: lengua mía.
En la obra literaria de Montoya se distinguen varias etapas según su temática y las principales influencias que ha recibido.
[3]Lejos de Roma aborda el exilio del poeta romano Ovidio desde una perspectiva narrativa donde la poesía ocupa un lugar crucial.
El escritor español Carlos García Gual destaca, precisamente, la creación de esta atmósfera poética en la obra para referirse a la forma en que Montoya logra evocar «(…) la vivencia del desarraigo, la soledad y la nostalgia, que asume el rostro del poeta latino, y se expresa en sus tersos monólogos, pero podría referirse a las soledades de tantos exiliados».
Es también una obra que ha suscitado diferentes investigaciones académicas en las universidades colombianas, latinoamericanas y europeas.