Mientras, muchos negocios en Alemania han advertido el potencial de este movimiento y han comenzado a comercializar productos que recuerdan al antiguo régimen o que imitan a los entonces existentes.
Además, el tema fue tratado años después en numerosas películas, como Sonnenallee (1999), de Leander Haußmann; la exitosa Good Bye, Lenin!
A grandes rasgos, la sociedad germano occidental era individualista, lo cual implicaba que la pertenencia a algún grupo o varios de la misma no garantizaba los bienes materiales y la estabilidad emocional del individuo y además, se primaba la consecución de las acciones que aseguraran la superación personal frente a la colectiva.
[4] La primera impresión surgida tras el reencuentro entre alemanes occidentales y orientales, degeneró en malentendidos debidos a los estereotipos que tenían los unos sobre los otros.
Por otra parte, los alemanes orientales opinaban que sus compatriotas occidentales eran egoístas, superficiales, prepotentes, sabihondos e incapaces de comprender las dificultades que les suponía adaptarse a un nuevo estilo de vida y a una nueva identidad nacional.