En ella ordenaba que todos los comandos capturados en Europa y África (excluyendo a los marinos) debían ser inmediatamente ejecutados si intentaban rendirse.
Aunque el asalto principal a Dieppe fracasó, los ataques de los comandos británicos contra las baterías de artillería del flanco tuvieron éxito, como por ejemplo el asalto principal sobre St.
El legajo fue consecuentemente capturado por los alemanes durante la rendición y acabó llegando al cuartel general de Hitler.
En frente del hotel había un edificio alargado con forma de cabaña, aparentemente sin vigilancia.
Los hombres fueron despertados y llevados al exterior, momento en el cual los comandos decidieron adentrarse en el hotel para capturar más prisioneros.
Una vez alertados, los alemanes del hotel abrieron fuego contra los comandos, que decidieron volver a la playa con los cuatro prisioneros restantes.
Unos días después de la incursión, los alemanes emitieron un comunicado de propaganda en el que afirmaban que al menos un prisionero había intentado escapar y dos habían recibido disparos mientras se resistían a la captura con las manos atadas.
Los británicos respondieron aplicando la misma medida a los presos alemanes internados en Canadá.
Al día siguiente, el jefe de Estado Mayor del ejército, Alfred Jodl, distribuyó copias de la misma junto con un apéndice en el que añadía que la orden estaba "dirigida solamente para jefes, y no debe caer en manos enemigas bajo ninguna circunstancia."
Este no era el caso; los hombres en Sark actuaron como creyeron apropiado a la situación.
Es más, si se cuestionara la pertenencia o no a las fuerzas armadas de dichos prisioneros, deben ser tratados como prisioneros de guerra hasta que dicha pertenencia sea esclarecida.