Onofre

Al llamar a la puerta, le abrió un venerable anciano que era ermitaño desde hacía muchos años.Onofre cayó de rodillas, penetrado de admiración, y el anciano le dijo: «Te aguardaba, Onofre, que como ves, sabía de antemano tu nombre; ni me son desconocidos tus deseos, ni ignoro para lo que el cielo te reserva: persevera, pues, hijo, en tu propósito, y entra en mi choza a descansar algunos días».Otras versiones afirman que también comía hierbas del desierto, insectos y en algunas ocasiones miel.Por las noches tiritaba de frío y en el día era abrasado por los rayos inclementes del sol.Sobrevivió así durante 60 años, dedicado a la oración, las mortificaciones y las austeridades.Cuando llevaba treinta años viviendo como ermitaño, murió su maestro espiritual, a quien Onofre enterró y le rindió honores.Luego de cuatro días de camino, durante los cuales se alimentó sólo con pan y agua, enfermó y se le acabaron las provisiones; a punto estuvo de morir, pero siguió caminando por otros cuatro días con sus noches, hasta que un ángel se le apareció y le dio fuerzas.Luego caminó durante diecisiete días más hasta que se encontró con un hombre de aspecto desagradable, cuyo cabello erizado le cubría todo el cuerpo, al estilo de las fieras; alrededor de la cintura se ceñía hierbas secas del desierto, y su barba era tan larga como su cabello.Onofre estaba en un estado lamentable de salud, su cuerpo se había deformado y las canas reflejaban su vejez.Onofre así lo hizo, y poco después falleció, un 12 de junio del año 400.Se le representa como un santo provecto de luengas barbas y envuelto en sus propios cabellos.Así se cuenta en las pinceladas biográficas de San Onofre, que "Un ángel le daba pan a diario y los domingos también la comunión.
San Onofre en una pintura de Antonio Molinari .
San Onofre.
San Onofre en una pintura del siglo XV .
San Onofre en una ilustración alemana de 1488.