Hasta la Biblioteca Nacional se vio obligada a rectificar su catálogo en vista de este hallazgo.Oliva tendría que haberse apellidado Luisa Oliva Sabuco y Cózar, pero aparece en la «Nueva Filosofía» también con los apellidos de sus madrinas o testigos bautismales (Bernardina Nantes y Bárbara Barrera), mucho más sonoros que los propios.Tras enviudar, su padre contrajo segundo matrimonio -siete meses antes que su hija Oliva- con Ana García Navarro en mayo de 1580, una mujer también de Vianos, pobre y muy joven, con quien tendría otro hijo llamado Miguel.Quizá la atribución del libro a Oliva responda a la misma idea de alcanzar el prestigio social enmascarando el presunto origen judeo-converso de los Sabuco.El testamento nos presenta a doña Oliva como una madre más preocupada por lograr la reconciliación de sus hijos que por cuestiones culturales[4].Como ya se ha dicho, especificó que su hija incurriría en su disgusto y maldición si lo impidiera.Las ideas de Sabuco pueden ser consideradas como precursoras del gran médico francés M. F. Bichat, y el segundo gran hito para la ciencia española de mayor influjo en la renovación humanista desde Miguel Servet.La primera es una «Carta dedicatoria al Rey Nuestro Señor»; la segunda, dirigida al Ilustrísimo señor Francisco Zapata, es la «Carta en que pide amparo y favor contra los émulos de este libro».Siguen cinco diálogos entre tres pastores-filósofos, Antonio (que representa la opinión de la autora), Rodonio y Veronio, y un médico, nombrado doctor, en los tres diálogos sobre cuestiones médicas.Hubo tempranas traducciones y la edición del siglo XXI en inglés, Illinois (Estados Unidos), de 2006.Apenas fue publicada la Nueva filosofía de la naturaleza del hombre, su padre, Miguel Sabuco, se declaró por escrito el autor y envió a su hijo mayor, Alonso, a Portugal con una carta de poder y el encargo de que el libro fuera ahí publicado a su nombre.(Rivera Garretas 1997:142) Cabe preguntarse por qué el padre de Oliva, si supuestamente había escrito la obra y dado la autoría a su hija “para darle la honra literaria” (como afirmó en su testamento, encontrado en 1903), se había apresurado tanto a publicar en Portugal otra edición que le mostrara a él como autor –y ha de recordarse que en el año de la publicación, 1587, Portugal y España ya eran parte del mismo reino, y por tanto ni siquiera se trataba de una publicación en otro país.
Portada del libro «Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre», 1587