Se le considera a veces un fósil viviente por su parecido con los primeros jiráfidos que aparecieron en el Mioceno.
El okapi está muy emparentado con las jirafas y con ellas comparte muchas adaptaciones morfológicas, aunque su cuerpo recuerde en realidad más al de un caballo.
[5] Los okapis son animales predominantemente solitarios que de manera ocasional viven en pareja o en pequeños grupos familiares.
[6] Las hembras paren una única cría en agosto u octubre tras una gestación de entre 435 y 445 días.
Las crías tienen un amplio repertorio vocal con el que comunicarse con sus madres, pero los adultos tienden a ser mudos.
Los relatos sobre este misterioso animal motivaron al inglés sir Harry Johnston a preparar una expedición que fuera en la búsqueda de una posible especie ignorada por la ciencia, la cual remontó el río Congo en 1899.
Karl Eriksson, comandante del fuerte Mbeni, le envió después dos cráneos y otras dos pieles que habían llegado poco antes a sus manos.
En el año 2006 y tras casi 50 años en los que no había sido detectado ninguno en estado salvaje, se produjo su redescubrimiento en la zona del parque nacional Virunga.
Al parecer, utilizan la orina para marcar su territorio y una secreción de unas glándulas situadas entre las pezuñas.
En el interior de los bosques, utilizan lugares específicos en los que defecar, beber y descansar.
La gestación es muy larga, ya que se prolonga de 14 a 15 meses (hasta 445 días), tras los cuales nace una sola cría.