Hasta esa fecha, el valle había estado concedido en señorío a Enrique Pérez de Arana.
La práctica totalidad de Ojós tuvo que abandonar la península ibérica.
Golpe demográfico del que la localidad no se recuperará hasta el siglo XVIII.
Ojós sufrió una grave crisis demográfica en la década de los sesenta, con un descenso rayano en el 50% en veinte años.
También hay presencia de actividades ligadas al turismo rural y cultural.
[8] Ojós reúne una gran cantidad de obras hidráulicas y por ello se le considera un Museo Vivo del Agua.