Joachim Ritter fue su maestro, bajo cuya dirección estudió filosofía, germanística y teología.
[4] Perteneció a la generación de la postguerra alemana, marcada por la desilusión y el desengaño, que tiene entre sus miembros a autores como Jürgen Habermas, Karl Otto Apel, Reinhart Koselleck o Hans Blumenberg.
Para él, nuestras vidas resultan demasiado breves como para alejarnos lo suficiente del pasado e innovar por completo; así, no deberíamos apostar por transformaciones totales o fundamentaciones absolutas y más bien despedirnos de los principios absolutos.
[5] Sus libros, además de poco extensos, están compuestos por breves ensayos y/o conferencias y divididos, a su vez, en fragmentos.
[2] La reflexión marquardiana está guiada por la mordacidad y el escepticismo que marcan un «adiós a los principios», título de uno sus principales libros.
Para él, no comenzamos nunca de cero, somos seres imperfectos y debemos reconocerlo.