Obra huérfana

En algunos casos, el nombre del creador o del propietario de los derechos de autor puede ser conocido, pero no se tiene ninguna otra información salvo el nombre.[1]​ Entre las razones por las cuales una obra puede ser huérfana se incluyen que el propietario de los derechos de autor puede no ser consciente de su titularidad, o bien que este haya muerto o haya cerrado el negocio (si se trata de una empresa), y no es posible establecer a quien se han transmitido los derechos de autor.Y esto ocurre porque el propietario de los derechos de autor no puede ser identificado ni localizado; los registros históricos y culturales, como por ejemplo material de filmación, fotografías y registros sonoros, no pueden ser incorporados a obras contemporáneas.Las bibliotecas públicas, instituciones educativas y museos, que digitalizan antiguos manuscritos, libros, registros sonoros y fílmicos, pueden optar por no digitalizar obras huérfanas, o impedir que las obras huérfanas estén disponibles para el público en general, por miedo a que el propietario de los derechos de autor reaparezca y los pueda demandar por daños y perjuicios.Netanel señala que los propietarios de los derechos de autor "no tienen incentivo para mantener una obra en circulación" o de lo contrario hacer que el contenido de una obra descatalogada esté disponible, salvo que puedan ganar dinero haciéndolo, así como lo hacen con la producción de nuevas obras o dedicándose a actividades más lucrativas.